La atracción de lo imperfecto
 
Manel Segarra

Manel Segarra

El ingeniero incomprendido, el cortesano adulador y la guía Michelin


¿Les suenan los nombres Wiesmann, Caterham o Hurtan? Probablemente, la mayoría de lectores difícilmente identificaran estas raras marcas de coches. Si investigan por internet, podrán comprobar que incluso hay anuncios de venta de algunos modelos de estas compañías tan desconocidas. En todo caso, lo que es seguro es que ninguna de ellas pretende hacer la mínima sombra a Toyota, Volkswagen o BMW. En cambio, en el mundo de la Alta Fidelidad aparecen continuamente marcas grandilocuentes más o menos surgidas de la nada (en muchos casos exsocios o pseudo-ingenieros incomprendidos de empresas más grandes). Es algo natural en el mundo empresarial e, incluso, es beneficioso para el consumidor que sea así. Pero lo que ya no lo es tanto es que, paralelamente, aparezcan gurús que pronostiquen con gran énfasis y total impunidad que han hallado el DAC que ofrece el sonido más analógico y natural del mundo, el amplificador que se convertirá en el mata­gigantes definitivo o la cápsula de fono que nos catapultará a siderales atmósferas de absoluto placer musical. Lamentablemente, la proliferación de foros, revistas digitales, blogueros expertos y reviwers golden-ear pueden llegar a crear una gran confusión en el comprador inocente. Claro que la pluralidad es siempre buena: no quiero insinuar lo contrario. De hecho, soy de los que creen más en tripadvisor que en la Guía Michelin. Evidentemente, porque tripadvisor es más democrático, más plural y menos manipulable (por cierto, también soy uno de sus mayores contribuyentes).




Se confunde exclusividad con calidad


¿Qué ocurre entonces? Pues que en el ámbito de la Alta Fidelidad hay una creencia entre ciertos usuarios de que lo raro es lo bueno. Es decir, se confunde exclusividad con calidad. A veces parece que si somos propietarios de una etapa Kerfloch Acoustics y unos altavoces Plangrouden Valia Speakers somos más expertos que nadie porque conocemos lo que nadie conoce y podemos así alejarnos (o elevarnos) del populacho que consume Yamaha o Denon. Evidentemente, el importador/descubridor de Kerfloch y de Plangrouden primero ha procurado que una corte de aduladores más o menos interesada difundan en la red las maravillas de esos aparatos. Maravillas que difícilmente se ven reflejadas ni siquiera en las especificaciones técnicas del propio fabricante. Y mucho menos en la, a veces, dudosa calidad constructiva. O en el diseño vagamente retro por no decir directamente feo y desafortunado. Pero claro, lo importante es el sonido y es imposible que unas Kerfloch Acostics suenen mal. En todo caso, si después de adquirirlas y descubrir un pobre rendimiento interpelamos al reviwer de turno que cantó sus excelencias, nos contestará que es un problema de nuestra sala, que a ver si lo interconectamos todo con unos cables Majestic Luxury Sound serie Premium Plus (también es una ganga, solo cuestan 1.999 euros). O incluso mejor aún: podemos enchufar todos los cacharros en un adaptador de red Atomic Lindswalker Labs (2.350 euros) y probablemente resolvamos el problema y podamos apreciar en su justa dimensión al chollo del año, o al chollo de la década o, para ser verdaderamente honestos e imparciales, del siglo (las palabras se quedan cortas cuando hablamos de la etapa Kerfloch 100 Special). ¿Alguno de los lectores de este modesto artículo de opinión tiene planificado cambiar de coche? Porque quizá sería el momento de valorar la posibilidad de alcanzar la definitiva élite automovilística y mirar algún modelo de Wiesmann, Caterham o Hurtan. Al fin y al cabo, ¿Qué necesidad tenemos de ir en un vulgar Honda, un Mercedes corriente o un chabacano Kia?


Por cierto, ¿Alguien se ha fijado en los anuncios de Plangrouden y Kerfloch de ocasión que aparecieron un par de meses después de la review? Menudo chollo, las columnas Plangrouden Platinum A200 las vendían por 8.250 euros. Es decir, la mitad de su PVP original. Además, eran del mismo color (Palisandro Ahumado de Madagascar) que las de la review que apareció en internet. Qué casualidad.


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