Dando la nota

Antonio Díaz
Antonio Díaz

El ruido (2)

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El ruido (1)

La NBE CA-88 (Norma Básica de Edificación, Condiciones Acústicas en los edificios, 1988) sustituida por la DB-HR (Código Técnico de la Edificación, Documento Básico de Protección Frente al Ruido, 2007) de aplicación obligatoria desde 2008, recoge los valores mínimos de aislamiento tanto entre recintos interiores de un mismo edificio como desde el exterior, entre otras muchas consideraciones.


Entre los valores que fijan, en cuanto al aislamiento a ruido aéreo, en términos generales se establecen 30 dBA para estancias de uso residencial, es decir, midiendo en completo silencio dentro de cualquier estancia (ventanas exteriores cerradas, lógicamente) no deberían superarse los 30 dBA.


En función de la fecha de construcción de cada vivienda, aplicará una norma, aunque en general, y en particular en la época del boom de la construcción, pocas viviendas cumplen esta normativa en cuanto a aislamiento acústico dentro de una vivienda, al margen de la laxitud de los organismos que deben velar por que se cumpla. Poco hay que hacer al respecto, sobre todo si han transcurrido años desde la construcción o adquisición, pero ese es otro debate que excede a lo que pretendo con este breve artículo.




A nivel de estudio acústico de salas, para certificar un umbral de ruido en una estancia concreta, se utiliza el concepto de curvas NC (acrónimo en inglés de noise criteria) donde se mide en bandas de octava el umbral de ruido entre 63 Hz y 8 KHz, y se asigna el valor máximo (en una escala múltiplo de 5) para el que el umbral de ruido en cada banda de octava siempre esté por debajo, es decir, para un uso residencial, una estancia debería cumplir una NC-30 como mínimo según el CTE-DB-HR.


Cuando hablamos de ruido, medido en decibelios, me centraré en la ponderación A (la medida de referencia en el CTE DB-HR), muy a groso modo, esta ponderación se emplea para medir ruidos de fondo o de bajo nivel, y representan una atenuación muy marcada a baja frecuencia, y algo menos marcada en alta frecuencia (relacionado con las curvas isofónicas o de Fletcher-Munson). Para escucha musical suele emplearse la ponderación B, similar a la anterior, salvo que la atenuación en el extremo bajo es menor.


A considerar también que la medida de presión sonora, el decibelio, sigue una escala logarítmica, es decir, su incremento o decremento sigue una curva logarítmica, algo más compleja de entender porque estamos acostumbrados a valores con variación lineal. A grandes rasgos, una variación en presión sonora de +/- 3dB supone doblar o dividir a la mitad la presión sonora.




Apliquemos otro concepto, respecto a cualquier ruido de fondo y la percepción de otro sonido simultáneamente, el Efecto de Enmascaramiento; cuando un sonido impide la percepción de otro, desplazando el umbral de audibilidad en el sujeto, producido por la escucha de dos sonidos de distinta intensidad al mismo tiempo. Este fenómeno es relevante respecto al umbral de ruido que tenemos en un momento dado, en nuestro caso cuando realizamos una escucha musical, pues nos obliga a elevar la presión sonora que reproduzcamos, por encima del umbral de ruido de nuestra estancia (por el citado efecto), lo que revierte en un nivel de presión sonora general mayor.


Esto supone varios inconvenientes: Si tenemos excesivo SPL (nivel de presión sonora) las molestias lógicas tanto propias como al resto de personas con quienes convivamos, y vecinos del mismo edificio. Y si no aumentamos SPL, la reducción de rango dinámico de nuestra escucha musical, al recortar la zona enmascarada por el ruido de fondo.


Suponiendo que el umbral de una estancia en vivienda ha de medir mínimo 30 dBA en base a ese Código Técnico de la Edificación, medir 3 dB de más, o de menos, es mucha variación, tanto como el doble o la mitad de presión sonora. Realmente es complicado bajar ese umbral, sobre todo en ciudades, viviendas con vecinos, etc. En estos días es curioso cuanto menos, pues basta medir sobre todo a horas nocturnas aunque no necesariamente tarde, que el nivel de ruido de fondo es considerablemente menor, en algunos casos bastante notable. Particularmente, he llegado a medir 20 dBA en estos días, de noche, procurando tener apagados motores, luces con reactancias, etc, lo que es realmente muy bajo, demasiado... ¡Pero me encanta, es una maravilla!




Al margen de otros factores y efectos de sobras conocidos debidos a la contaminación acústica, quería mostrar la importancia del ruido (o más bien, de su ausencia, tener un bajo umbral de ruido), de la propia contaminación acústica, del beneficio (sobre todo en nuestra común afición) de tener controlado este aspecto. Veamos siempre la parte positiva en cada situación, este confinamiento nos regala una reducción en la contaminación acústica que bien podemos aprovechar en nuestras escuchas musicales, ojalá frenásemos nuestro ritmo de vida de vez en cuando, nos beneficiaríamos de múltiples cosas, aunque sin la triste situación que nos está provocando esta alerta sanitaria.


Ánimo a todos, ¡miremos siempre el lado brillante de la vida!


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