Finalizamos el capítulo 3 de esta serie de artículos, indicando que el punto de inflexión, para mi, en este universo de los reels sucedió en mi primera visita a la "meca" de la electrónica en audio, el High End de Múnich en mayo de 2015.


De entrada me sorprendió el gran número de magnetofones que encontré en bastantes stands, unos estáticos y otros en funcionamiento y lo mismo se puede decir de los complementos, como bobinas virgenes y pre grabadas, aunque eso si, tal vez por mi falta de experiencia, me parecieron los precios totalmente disparatados. Supongo que a fuerza de costumbre uno se va haciendo a la idea de que esto es lo que hay y si aspiramos a tocar el Olimpo con nuestros oídos, hay que pagar un peaje realmente importante.


En uno de los stands, había un imponente número de reels vintage, convenientemente restaurados y en perfecto orden de marcha. Esta empresa los tenía a la venta siendo los precios, como es de prever, realmente altos. Un señor bastante mayor y con aspecto aristocrático, muy amable, se prestó a una fotografía y me comentó en un impecable alemán lo que hacian en su empresa, lástima que vayamos tan justitos en la lengua de Goethe, aunque entendimos lo justo para hacernos una idea.



Reel original


También me llamó la atención una vitrina con varios álbumes de cintas pre grabadas de calidad, 2 pistas y velocidad de 15 ips, excelentemente presentadas, los precios: 275 €. Me frenó la compra de alguno ellos, la escasez de títulos comercializados y la duda de si realmente valdría la pena pagar este dineral por una cinta sin saber a ciencia cierta el resultado sonoro en mi reel y equipo.


Volviendo sobre los precios, hablando con los comerciales y del por qué son tan caros, me explicaron que el tema es realmente complejo. Primero hay que solicitar a la discográfica de turno la cesión de unos determinados masters y eso no es sencillo ni barato, más teniendo en cuenta que las tiradas suelen ser muy cortas y hay que repercutir el coste entre las unidades puestas a la venta, luego hay que utilizar cintas, por supuesto de fabricación actual, en su bobina de aluminio, grabar en tiempo real del delicado y valioso master un par de copias de segunda generación, para poder sacar de ahí los duplicados que se pondrán a la venta, prevía impresión de carátulas, etc. En fin, así explicado y entendiendo toda la problematica, se puede comprender la razón de las cifras que se manejan y que asustan al más pintado.





En mi estancia en el MOC dediqué la mayor parte del tiempo a localizar salas donde se expusieran reels en funcionamiento para poder hacerme una idea más clara del potencial de aquellas cintas y también de los propios aparatos, perfectamente calibrados y puestos a punto para la ocasión.


En una de las salas se dió la circunstancia excepcional de que se podía presenciar en vivo a una artísta cantando en directo y a la vez sonar en el equipo una bobina con exactamente el mismo tema a través de un magnetofón. Impresionante es decir poco, casi no había diferencia entre el directo y la cinta. Si es que me quedaba alguna reserva, con esta demostración se disipó.


La última conclusión que pude sacar en el viaje, es que la mayoría de los reels expuestos estaban bastante por encima de mis modestos aparatos, así que lo primero que se imponía era, al regresar a casa, contactar con el amigo Josep del Penedés y ver si por un casual tenía en su amplio taller alguna pieza de primer nivel, como las que tuve el privilegio de ver y escuchar en Múnich, pero esto será otra historia, la última de este serial.




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© G. Cañellas