Canto de sirenas
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Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37

VÍSPERAS OP. 37
VIGILIA DE TODA LA NOCHE



Sergei Rachmaninov (1873-1943)

Hace unos meses vi la película "Lucy", de Luc Besson, y en una escena del principio suena de fondo el comienzo del Réquiem de Mozart en una versión que me pareció fantástica. Al acabar de ver la película busqué en los créditos finales para saber la versión que era (Riccardo Muti con la Filarmónica de Berlín, 1987 Warner) y automáticamente pasó a engrosar mi colección de discos general y, de "Réquiem" de Mozart, en particular.
Qué importante es estar atento a los pequeños detalles, esas pequeñas casualidades que nos dan tanta felicidad; en disfrutar del camino, tanto o más, que del destino final al que este nos lleva. La importancia de no cerrar puertas, de estar abierto a todas las tendencias. En cualquier situación puede producirse el momento, la revelación; el descubrimiento que haga, que haya merecido la pena vivir la experiencia.
Todo esta introducción viene porque hace unos años, mi tocayo y yo, fuimos a casa de un amigo a escuchar su equipo de música, que de aquella era solamente analógico. Íbamos poniendo vinilos, más o menos conocidos, en los dos platos que tenía y de repente, mi tocayo sacó un disco desconocido para todos, que había comprado recientemente. Lo pusimos en el Kuzma Reference con una Koetsu Onyx que ya nos había deleitado con un órgano de Bach. Mi tocayo sabía muy bien lo que íbamos a escuchar y no dudó al elegir la Koetsu. El disco en cuestión es el que hoy nos trae a esta sección.

Yo ya tenía esta obra en un disco integrante de la colección "Música sacra" que sacó la editorial Altaya hace 23 años. (St Petersburg Chamber Choir dirigido por Nicolau Korniev. Philips, 1994). Versión que me había pasado desapercibida completamente y a día de hoy me sigue pasando lo mismo. De ahí la importancia de los detalles, pequeñas o grandes diferencias al interpretar la misma partitura nos pueden hacer descubrir una obra que antes no nos decía nada.
Mi agradecimiento eterno a mi tocayo por traer aquel día esa versión que siempre escuchamos cuando estamos juntos y dice que la mezzo está "in corpore presente" al oírlo en mi casa.

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37


Para disfrutar más de la obra vamos a contextualizarla con unos datos y un poco de historia.
La religión ortodoxa rusa tiene 150 millones de seguidores, siendo la segunda Iglesia Cristiana tras la Iglesia Católica.
La liturgia ortodoxa no emplea instrumentos musicales, sólo la voz humana y no acepta la veneración de imágenes tridimensionales.
En la Pascua, la Cuaresma de 40 días es vegana y los fieles no pueden comer carne, leche, pescado, ni huevos.

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37

La música de la Liturgia Ortodoxa está escrita para ser cantada por un coro “a capella”. Los fieles no pueden participar en la ejecución musical de los cantos, ya que éstos están reservados para un coro convenientemente preparado para cantarlos.
Inicialmente participaban dos coros, uno frente al otro, el primero cantando en griego mientras que el segundo le respondía en eslavo antiguo. Esta práctica fue desapareciendo hasta dejar paso a la actual, en la que un único coro, que canta en ruso, es el encargado de interpretar la música durante la Liturgia.
En las celebraciones religiosas rusas queda prohibida la utilización de instrumentos musicales respetando las antiguas costumbres de los primeros cristianos que consideraban la música como una especie de don divino y como tal, no podía ser "contaminado" con los instrumentos salidos de la mano del hombre. Lo contrario hubiese sido poco menos que un sacrilegio, por eso lo único utilizado durante las celebraciones religiosas era el canto.
Es por ello que en las Basílicas e Iglesias bizantinas no hay órganos. Este hecho sirvió para que el canto y la polifonía se desarrollasen enormemente, lográndose una amplia variedad melódica, armónica, y tímbrica, sin olvidarse del gran número de efectos conseguidos. No es de extrañar que de repente nos sorprendamos creer estar escuchando cuerdas, vientos, órgano, etc.
Quizá el elemento que hace que esta música sea única e irrepetible son los bajos profundos, llamados “oktavisty” en ruso. La voz humana tarda mucho tiempo en desarrollarse y crecer. Las notas bajas, suelen sonar más resonantes y llenas a medida que el cantante va envejeciendo, llegando a su punto óptimo a partir de los 50-60 años. Hay que tener en cuenta que la tesitura natural de las voces graves en Rusia es la de Barítono‐Bajo, ¿será por el frío, el vodka, la genética o por todo junto? y es esta voz la que tradicionalmente ha tenido más importancia en su literatura musical. Todo lo contrario que en Europa, donde la música está claramente escrita para lucimiento de las voces agudas.
Los bajos profundos pueden cantar continuamente una octava por debajo de la voz de bajo al uso, de ahí su nombre (“octavistas”). El efecto logrado por estas voces es muy similar al del pedal del órgano. La tesitura de la voz de bajo va desde un Mi2-Fa2 (12ª-13ª tecla blanca del piano por la izquierda), hasta un Mi4, Fa4. Mientras que estos "octavistas" llegan hasta el Fa1 (6ª tecla blanca del piano por la izquierda).
La música coral de la liturgia ortodoxa llegó a desarrollarse hasta tal punto que a finales del s. XIX y principios del XX los servicios religiosos eran poco menos que conciertos corales con solistas de gran prestigio.
De entre todos los compositores rusos que han compuesto obras para la liturgia ortodoxa rusa, sin duda el más representativo es el genial compositor del siglo XVIII, Dimitry Bortnyansky. Muchas de sus sensacionales obras han sido descubiertas en la segunda mitad del siglo XX sobre todo en los palacios de San Petersburgo.

Mientras la literatura musical de las Iglesias Católica y Protestante fue creciendo con los siglos, de la mano de compositores como Vivaldi, Bach, Haendel, Rossini o Beethoven, por referirnos solo a algunos; en la Iglesia Ortodoxa había de hecho un monopolio en manos de la Capilla de la Corte Imperial en San Petersburgo, que impedía que músicos ajenos a ella pudieran publicar partituras eclesiásticas. Fue precisamente Piotr Ilich Tchaikovsky quien en 1878 emprendió una batalla contra dicho monopolio y publicó su Liturgia de San Juan Crisóstomo. Tras una batalla legal de más de dos años entre las autoridades de la Capilla por un lado, y Tchaikovsky y su editor por otro, éstos ganaron el pleito y el monopolio desapareció. Ya con el veto levantado, su pupilo Sergei Rachmaninov, persona poco religiosa pero muy atraído por la indudable musicalidad de la Liturgia ortodoxa que había estudiado en profundidad en sus años del Conservatorio, gracias al catedrático de Música Sacra y director de la Escuela Sinodal de Canto Eclesiástico Stepan V. Smolensky, compuso dos auténticas obras maestras: una sinfónico-coral como Las Campanas en 1913 y otra exclusivamente para Coro a capella como Las Vísperas dos años más tarde.

Las Vísperas o Vigilia de toda la noche, fue escrita en menos de dos semanas, entre enero y febrero de 1915. Impresionado Rachmaninov por los horrores de la Primera Guerra Mundial y fue estrenada en Moscú en marzo de ese año; en parte para apoyar el esfuerzo de Rusia durante la Primera Guerra Mundial. Nikolai Danilin dirigió el coro masculino sinodal de Moscú en el estreno. Tuvo una buena acogida por parte del público y los críticos, y tuvo tanto éxito que fue reinterpretada cinco veces más en sólo un mes. Sin embargo, la Revolución rusa de 1917 y el surgimiento de la Unión Soviética provocaron la prohibición de toda manifestación religiosa, incluyendo la música religiosa, y el 22 de julio de 1918 el coro sinodal fue sustituido por el coro no religioso del pueblo, poniendo punto y final a una larga tradición común de las Iglesias de Oriente y Occidente. Se ha escrito que «ninguna composición representa el final de una era tan claramente como esta obra litúrgica».

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37

Gran parte del material melódico fue extraído de la fuente de antiguos cantos monódicos —conocidos por nombres tan exóticos como canto znamenny (que significa “anotado mediante neumas”), canto kievano (refiriéndose a Kiev, la cuna de la civilización del cristianismo ruso y eslavo oriental) y canto griego (aparentemente derivado de Bizancio, la segunda Roma). Para utilizar estos cantos en circunstancias litúrgicas contemporáneas, sin embargo, era necesario vestirse, por así decirlo, con un nuevo atuendo polifónico.
Rachmaninov eligió quince de los principales salmos e himnos que forman el marco inmutable de la vigilia de la resurrección. Nueve de los quince himnos de las Vísperas Op. 37 se basan en melodías de canto monódico provenientes de la misa como habría sido cantada en la Rusia medieval; para las restantes seis secciones, Rachmaninov compuso melodías de su propia inspiración.
De los quince movimientos o cantos con que cuenta la obra, sólo los nueve primeros (5 cantos znamenny, 2 de Kiev, 2 griegos) corresponden con los textos de las vísperas, la hora canónica de la Iglesia ortodoxa rusa. Los otros seis salieron de su pluma, y él mismo lo llamaba «falsificaciones conscientes».

La obra, una de las más importantes y complejas de su autor, es uno de los mayores logros de la “edad dorada” de la música sacra ortodoxa rusa. Este período, que abarca desde la década de 1880 hasta la revolución de 1917, se estableció cuando decenas de compositores de ese país, figuras prominentes como Tchaikovsky y Rimski-Kórsakov, así como músicos menos conocidos como Kastalsky, Chesnokov, Gretchaninoff y Nikolsky, invirtieron su energía creativa para generar música coral sobre textos extraídos de la liturgia ortodoxa.

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37

La Vigilia Nocturna, propiamente dicha, es un servicio único de rito ortodoxo ruso consistente en las horas canónicas de Vísperas, Maitines y Prima. El nombre se debe a que en los monasterios bizantinos de la Edad Media el servicio duraba toda la noche, comenzando al caer la tarde con la recitación de las Vísperas y llegando al amanecer del día siguiente con los Maitines.


LA VERSIÓN


Coro Académico Ruso de la URSS dirigido por Alexander Sweschnikow. Melodya, 1965. Moscú.
Doble vinilo fantásticamente grabado y con una coral y solistas espléndidos. Esta grabación nunca estuvo a la venta dentro de la Rusia soviética, debido a las políticas antirreligiosas anteriormente comentadas.
Tiene el Gran Premio del Disco de la Academia Charles Cros.
Llama la atención la perfecta colocación, aireación y diferenciación de voces y la grandísima dinámica que tiene toda la grabación.

Y después de esta larga introducción y posicionamiento "culturo-temporal" pasemos a sentarnos dentro de la Iglesia, delante de la imponente coral rusa, contemplando sus blancas paredes y altas cúpulas doradas bellamente pintadas de gran colorido, cerremos los ojos y que se haga la magia.

1.- Se inicia con una llamada a la oración, repetida cuatro veces y cantada por el coro a seis y, finalmente a ocho voces, transcurriendo desde la más absoluta exaltación con el coro en fortissimo hasta un gran sosiego.

2.- La mezzo se eleva, en un bellísimo canto, siempre sobre las voces masculinas que cantan en sus registros más bajos o tararean a boca cerrada. En los momentos en que la mezzo no canta la coral esta a cargo de sopranos y mezzos como en un susurro celestial, distinguiéndose perfectamente todas las voces. Impresionante la escala descendente con que los bajos concluyen el himno.

3.- Los versículos seleccionados de los Salmos 1-3, son entonados por contraltos y tenores con "Aleluyas" del coro, que van aumentando en intensidad para terminar el movimiento en calma.

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37


4.- Los tenores exponen al unísono una melodía de gran simplicidad, recogida literalmente por Rachmaninov del canto de Kiev. Las voces se añaden progresivamente hasta que el solista (tenor) emerge arropado por un suave murmullo. Qué bonita es la voz del tenor cuando canta en agudo. (en esta liturgia todas las lámparas de la iglesia deben estar encendidas).

5.- La pieza favorita del compositor que fue interpretada en su funeral por su expreso deseo, está también diseñada sobre un canto de Kiev. La voz del tenor flota sobre el oleaje del coro, como si el coro fuera un campo de trigo mecido por el viento. Concluyendo este movimiento con voces de ultratumba, "Ahora deja que tu siervo se vaya en paz" los tenores mantienen un Si bemol3 eterno y los bajos descienden nota a nota hasta el Sí bemol1, nota prácticamente imposible (sexta tecla negra del piano empezando por la izquierda)
Según Rachmaninov "era un descenso a la tumba antes de alcanzar la vida eterna".
Realmente es impresionante este canto, impactante diría yo, lo tiene todo: fuerza, emoción, dulzura y belleza.

6.- El himno en honor a la Virgen posee una atmósfera celestial donde sólo en una ocasión las indicaciones de dinámica superan el piano. Con este canto finalizarían las Vísperas propiamente dichas.

7.- Los Maitines, que se cantan con la iglesia todavía en penumbra, comienzan con el Gloria. Espléndido el efecto por el que las voces imitan el tañido de las campanas.
Hay un "In crescendo" en fortissimo que te eleva directamente a la bóveda celeste.

8.- El Poyeleos, es un canto de alabanza en el que convergen dos significados: "gran misericordia" (por el contenido del texto) y "mucho aceite" (por las lámparas, que iluminan de nuevo). Las sopranos a tres voces y los tenores a dos, en registros altos se enfrentan a bajos y contraltos que cantan al unísono forte en registros inferiores.

9.- Rachmaninov maneja un breve motivo y lo somete a distintas variaciones expresivas. El motivo es expuesto en la frase inicial, las sopranos y contraltos lo retoman más lento cuando narran la sorpresa de los ángeles descubriendo la victoria de Cristo sobre la muerte. Adquiere un tono fúnebre al describir la llegada de las mujeres al sepulcro e incluso compasivo en la intervención del tenor solista y acaba festivo en el Gloria y los Aleluyas.

10.- Canto destinado a rendir tributo al evangelio por parte de los fieles. Las voces masculinas y femeninas se oponen: ¿exaltación y quietud? Tras la unión del coro, el final se decanta por la quietud.

Sergei Rachmaninov - Vísperas Op. 37


11.- "Mi alma ensalza al Señor". Este canto se caracteriza por la introspección. Hay un contraste con múltiples combinaciones y texturas.

12.- Hay un contraste entre la melodía y las notas sostenidas en pianissimo hasta que al final el coro a ocho voces crea una atmósfera ligeramente animada y que en la liturgia debía coincidir con la salida del sol. El coro parece desechar las voces graves igual que los primeros rayos del sol apartan la negrura de la noche.

13 y 14.- Basados en el canto Znamenny que con su clima de serenidad realzan la importancia de la Resurrección para la iglesia ortodoxa. Cantos Znamenny:
Para los viejos creyentes el canto de la Iglesia también tiene una función educativa; hay que cantar de tal manera que el sonido asombre al oído, y la verdad, encerrada en los cantos, penetre en el corazón. No tienen pausa ni descanso y todas las voces son al unísono. Es una música melismática, el canto de una sola sílaba del texto, se mueve entre varias notas musicales diferentes en sucesión. A diferencia de la música silábica, en la que cada sílaba del texto se corresponde con una nota musical.
La música, en culturas antiguas utilizaba técnicas melismáticas para inducir un trance hipnótico en el oyente. No es de extrañar que todavía se encuentre en la música árabe y sobre todo en el canto Gregoriano, en el canto de la Torá y el flamenco, por poner algunos ejemplos. Qué bien ha aprovechado los elementos y oportunidades la religión para mantenerse en el poder desde el origen de los tiempos uniendo al estado de trance (que no deja de ser una técnica de meditación), el miedo y la ignorancia. Religión y política se parecen más de lo que, a priori, se tendrían que parecer.

15.- Himno de alabanza a la Virgen, breve, extrovertido y conclusivo.

Todos los cantos tienen su aquel pero yo me quedaría con los cinco primeros, el nueve, el once y el doce. El número dos conmueve de tal manera que a veces lo pongo para terminar la jornada musical y limpiar mi espíritu.

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